martes, 15 de septiembre de 2015

Además del terremoto ¿Cómo fue 1985?


En estos días estaremos leyendo una gran cantidad de información sobre el lamentable terremoto del 19 de septiembre de 1985, la fecha más triste en la historia de la Ciudad de México. Más triste que cuando la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre Palacio Nacional en 1847, justo en la fiesta del orgullo de nuestra mexicanidad: el 15 de septiembre. Y más triste por supuesto que la Noche Triste de 1520, cuando Hernán Cortés tuvo que salir huyendo de Tenochtitlan, y al ver diezmadas sus tropas por los ejércitos de Cuitláhuac, lloró su derrota.

El terremoto sacudió a México en el aspecto social, terminó de hundirlo por el resto de la década en lo económico, y fue el punto de inflexión para su transformación en lo político. Fue el acontecimiento más importante para nosotros como país en 1985. Hay imágenes relativas al suceso que se grabaron en el inconsciente colectivo, como la mítica narración del desastre que hizo en vivo Jacobo Zabludovsky desde el teléfono de su coche (el celular de la época), o las imágenes del Parque del Seguro Social el estadio de béisbol, transformado en anfiteatro (morgue), y por supuesto las recordadas del tenor Plácido Domingo sensible y solidario, efectuando con sus propias manos labores de rescate en el derruido edificio Nuevo León, en Tlatelolco, lugar en donde habían vivido parientes suyos.


¿Qué más ocurría ese año en México y en el mundo? Porque mi generación (niños entonces), recordamos muchas otras cosas. Comenzando con un hecho entrañable, tan necesario de emular hoy en día. En 1985 los mejores cantantes de Estados Unidos, juntos, y bajo la batuta de Michael Jackson y Lionel Richie grabaron un disco que hizo historia: USA for Africa, cuyo sencillo We Are The World, es quizá el acontecimiento internacional del año. Un disco de vinilo creado para que las regalías de sus ventas se destinaran a paliar el sufrimiento de África. Una canción inolvidable, que varios de nosotros cantamos hasta en la escuela.


En una época en que los medios de comunicación eran pocos, nos enterábamos de casi todo por la televisión. Ahí vimos cómo un señor con una curiosa mancha en la cabeza que luego supimos que era de nacimiento, Mijail Gorbachov asumió el poder en un país lejano (la U.R.S.S.), en el que se nos decía que los niños sólo tenían un par de zapatos, y que les compraban otros hasta que se les rompieran los anteriores. También vimos en la TV una noche a nuestro presidente Miguel de la Madrid, hablar por teléfono al espacio, para saludar al primer astronauta mexicano, Rodolfo Neri Vela, que viajó en el transbordador Atlantis para poner en órbita el satélite nacional Morelos II, hermano del primero del mismo nombre, lanzado unos meses antes.

Fuimos testigos en 1985 de cómo un jovencito alemán, Boris Becker sorprendió al mundo del tenis, al ganar con sólo 17 años de edad, el prestigiado torneo de Wimbledon. Y recordamos a las señoras de la edad de nuestras mamás alteradas porque el galán de su época de adolescentes, Rock Hudson, anunciaba al mundo ser portador del SIDA, y también aceptaba que su orientación sexual era distinta a la que siempre se creyó.

Hace 30 años, conocimos también a Mario Bros, ese bigotón que de saltar los barriles que le lanzaba Donkey Kong, pasó a ser protagonista del que es considerado el videojuego más famoso de todos los tiempos, cuyo autor, Shigeru Miyamoto, fue galardonado en 2012 con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, precisamente por su contribución a la paz y a la educación con sus juegos de consola, que son contrarios a la violencia y promueven la educación y la integración entre los pueblos, a través de la diversión. Nosotros lo comenzamos a jugar entonces acompañados de un helado de Danesa 33 (dentro de un casco de futbol americano, como se volvió a poner de moda este año).


Los mexicanos adictos a las hamburguesas, cambiamos ese año a Burger Boy, Tom Boy y Bonanza por Mc Donald's que llegó con autorización presidencial (y como un guiño al GATT), a la Ciudad de México. Su local emblema fue el de Pedregal y poco después el de Plaza Satélite. En el futbol, el América era con mucho, el equipo de la década, con grandes jugadores, como Héctor Miguel Zelada (uno de los mejores porteros que ha tenido el futbol mexicano), Cristóbal Ortega, "el ruso" Brailovsky, Javier "el vasco" Aguirre y "el capitán furia", Alfredo Tena.

En televisión los niños de entonces veíamos lo mismo caricaturas como Belle y Sebastián, Hola Sandybell y He-Man, que nos interesaba también ver buenos videos en inglés presentados por Gloria Calzada, como Take on Me de A-ha. En la noche, veíamos El Auto Increíble y desde luego nos encantaba Voyagers (Viajeros): todos soñábamos con viajar en el tiempo con un aparato así.


¿Y en las películas? Por supuesto la que marcó toda una época y que seguimos viendo tantas veces como sea posible, también tiene que ver con el tiempo. Es Back to The Future (Volver al Futuro), en cuyo honor encabezo esta entrada. Es con mucho, la película más famosa y recordada por los niños y jóvenes en 1985. Imposible no simpatizar con el Doc Emmett Brown y envidiar sus inventos. En México fue estrenada al finalizar el año: qué mejor momento que ese, pasado el terremoto, y con una Copa del Mundo a escasos 6 meses de inauguración (México '86). En Back to The Future aprendimos que sí era posible viajar a otra época, separada de la nuestra por 30 años en el tiempo. No hace falta tanto para que eso sea una realidad. Si viviéramos en 1985, sólo necesitaríamos tener un DeLorean, una barra de plutonio, el flux capacitor y esperar a partir de hoy, un poco más de un mes para lograrlo. ¿O no?


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lunes, 7 de septiembre de 2015

México ante la crisis humanitaria siria

La foto del pequeñito de 3 años Aylan Kurdi, inerte en las playas de Turquía después de huir junto con su familia de la tragedia siria, es una de las más impactantes y conmovedoras que ha visto el mundo en mucho tiempo. Remueve fibras, conmueve y entristece. Logró lo que no pudieron muchas voces, que clamaban porque la Europa de la ilustración y el racionalismo, la Europa cristiana, la del Estado de bienestar y el compromiso con los derechos humanos, estuviera a la altura de su papel histórico y asumiera una postura protagónica en la que ya es conocida como la mayor crisis de refugiados que ha conocido el mundo desde la Segunda Guerra Mundial.

No pocas voces criticaron que la Unión Europea hubiera logrado un acuerdo frente a la emergencia económica y de liquidez de Grecia, pero fuera incapaz siquiera de intentar un consenso en el caso de Siria. Un irresponsable desdén, comparado en actitud política, a la que Estados Unidos mostró frente al evitable genocidio de Ruanda, hace 21 años (1994).

EL DRAMA DE LOS SIRIOS EN HUNGRÍA (2015)

Tan sólo 48 horas después del triste desenlace de las playas turcas, Europa ha mostrado ambivalentes reacciones, aunque aún ningún esfuerzo en común. Por un lado, Hungría muestra la miserable posición de ser insensible con la tragedia ajena, a pesar de que sus ciudadanos sufrieron en carne propia el dolor en ambas guerras mundiales y después, bajo el férreo yugo soviético (con su episodio de 1956 incluido). Posición similar a la húngara tuvieron la República Checa y Eslovaquia. Por su parte, la generosidad de la Alemania de Merkel y de la Francia de Hollande demostraron porqué ambas naciones han sido siempre las líderes de Europa. Austria ha sido admirable en su solidaridad, y una tímida Gran Bretaña también ha abierto las puertas al exilio sirio. España incluso, víctima de la diáspora de los derrotados en 1939, ha sido congruente con su dolorosa experiencia.

Pero los países europeos no son los únicos obligados a demostrar solidaridad con los desamparados. México tuvo en el pasado no tan remoto una tradición de brazos abiertos al exilio de otros países. Esa postura nos dio prestigio en todo el mundo. Aquí recibimos con generosidad a la inmigración libanesa del primer tercio del siglo XX, e incluso al pueblo judío proveniente de Siria. No dudamos ni un instante en dar cobijo al exilio republicano español (1937-1940), al argentino que huía del Proceso de Reorganización Nacional (1976), al chileno de la dictadura de Pinochet (1973) y al centroamericano de las guerrillas marxistas en la década de los 80. Nunca reparamos en diferencias de origen nacional, político, religioso ni étnico. Todos las anteriores fueron rostros generosos, motivo de orgullo nacional. Y todos los inmigrantes que venían aquí buscando un hogar, fueron mayoritariamente benéficos para México. Nos trajeron su cultura, sus tradiciones, su trabajo y un enorme agradecimiento con la patria que los acogió. Lo atestigüé en el tiempo: en la Facultad de Derecho de la UNAM, recibimos a varios académicos españoles de esa época que se convirtieron en leyendas, como Luis Recasens Siches (quien por cierto fue sinodal en el examen profesional de mi abuelo en 1939), y Aurora Arnaiz Amigo, la primera mujer de mi Facultad nombrada profesora emérita de la Universidad. Incluso contamos con una aula bautizada como Maestros del Exilio Español, lo mismo que una placa conmemorativa a la entrada de la Facultad, en Ciudad Universitaria.

LA IMAGEN MÁS RECORDADA DEL EXILIO
ESPAÑOL EN MÉXICO: "LOS NIÑOS DE MORELIA" (1937)

¿Y en 2015? Hoy somos testigos en México de un gobierno federal que con el pretexto de atender escándalos domésticos, ha renunciado a su historia y a su magnificencia con los desvalidos del mundo. Tanto el presidente como la Secretaría de Gobernación que es la dependencia encargada de proteger la vida e acoger de quienes huyen de sus países en busca de asilo, a través del Instituto Nacional de Migración, han incurrido en el más inexplicable mutis. Eso a pesar de que contamos con una Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político, que fue incluso, modificada apenas el año pasado en su denominación y alcances. ¿Por qué el gobierno mexicano exhibe ahora esa ausencia de grandeza moral, ajena a nuestra tradición hospitalaria? ¿Qué problema habría con recibir a por lo menos 20,000 refugiados sirios y brindarles auxilio?  ¿No tenemos la tradición de no discriminar por etnia y religión? Si el tema es religioso ¿por qué habrían de tener menores derecho los musulmanes de Siria que los católicos meronitas libaneses, los católicos romanos españoles, argentinos y chilenos, y los judíos europeos o de Oriente Medio? Si ese no es el tema como estoy seguro que no lo es, y tampoco lo es el evitar posibles presiones de Estados Unidos ante el supuesto ingreso del extremismo islámico a través de México (argumento que no se sostiene), entonces no existe ningún pretexto para que el Estado mexicano deje de mostrar su compromiso con un derecho humano fundamental, como lo es el de brindar asilo a quienes ven peligrar sus vidas y bienestar en sus países de origen.

México ya se está tardando en anunciar públicamente su solidaridad con los hombres, mujeres y niños sirios que buscan una nueva patria que les dé una segunda oportunidad de vida. Si no lo hacen el presidente Peña Nieto, ni el Secretario Osorio Chong, entonces demostremos como pueblo que nuestra tradición y capacidad probada de ser solidarios está por encima de desidias frívolas, y de la arrogancia de suponer que nuestro propio pueblo está vacunado contra tragedias como la de Siria. Por lo pronto están ahí iniciativas mexicanas, como las que a través de change.org solicitan al gobierno federal tomar cartas en el asunto. Al momento de escribir estas líneas, ya son casi 142,000 mexicanos los que han firmado. Yo ya lo hice también. Les invito a hacerlo, y a estar a la altura de nuestra obligación como seres humanos. Aquí esta el link: http://www.change.org/p/que-m%C3%A9xico-reciba-10-000-refugiados-de-siria

La firma es lo menos que podemos hacer. Yo me reporto listo para ayudar en otras tareas. Es nuestra obligación humanitaria hacerlo.

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martes, 25 de agosto de 2015

México: Anatomía de la Corrupción


México; Anatomía de la Corrupción, es un estudio muy bien elaborado por su autora, María Amparo Casar. El texto, de 64 páginas es profundo e integral, con índices, indicadores y mediciones sobre la frecuencia de la corrupción en México, lo mismo que sus causas y efectos. Comienza con mencionar que todos convivimos con la corrupción a diario: en los litros de gasolina de 900 ml., en la herencia de plazas magisteriales, en la privatización de la vía pública a cambio de una cuota, en el diezmo solicitado para canalizar recursos a algún municipio o en la asignación de obra que debió ser licitada. La corrupción nos acompaña todos los días, y el oxígeno que le permite sobrevivir e gozar de cabal salud se llama impunidad. 95% de los delitos relativos a la corrupción permanecen impunes. Cifra similar a la de las demás acciones delictivas dolosas.

La corrupción relativa al sector público (pues por supuesto la hay también privada), no conoce de colores partidistas, aunque hay que decir, agrego yo, que en algunos de ellos es parte de su cultura fundacional. En los gobiernos, la corrupción tiene varias caras, como el soborno, la licitación amañada, el conflicto de intereses, el tráfico de influencias, las facturas con sobreprecio y el desvío de recursos. La intolerancia de la sociedad mexicana a la corrupción afortunadamente ha ido creciendo en los últimos años, lo mismo que la atención que a la misma destinan los medios impresos. Una prueba de esto último, nos dice Casar con cifras de Infolatina, es que en 1996 la palabra corrupción mereció 501 menciones en la prensa, y para 2014, lo fue en 29,505. Eso supuso que pasara de 14 menciones por día a 81, es decir, un incremento de 5,777%. En un país en que se lee poco, las redes sociales han hecho su parte en términos de denuncia en los últimos años, aunque, dice la autora, su impacto en la frecuencia de la comisión de actos de corrupción, y sobre todo en evitar la impunidad ha sido mínimo. Por esa razón realizó el estudio. Porque necesitamos conocer y entender a la corrupción para poder abatirla, igual que a cualquier enfermedad. El libro es una fotografía de los mexicanos frente a este tema, de cómo nos vemos a nosotros mismos, y de cómo nos ven en el mundo.

Es importante estudiar la corrupción, señala María Amparo Casar, por el efecto tan dañino que tiene en el ánimo nacional, sobre la legitimidad y credibilidad del Estado y sus representantes, y por su efecto pernicioso sobre la democracia, el desempeño de la economía nacional y el bienestar de las familias.

Las leyes mexicanas no ayudan a combatir la corrupción, dice Casar en su estudio. La ley no define ni tipifica bien las conductas de corrupción, y eso deviene en permisividad a los corruptos profesionales para actuar, sea de manera abierta o clandestinamente. El corrupto profesional no deja huellas, y oculta el cuerpo del delito. Para Transparencia Internacional la corrupción se define como "el abuso del poder público para beneficio privado". Pero, ¿qué pasa con la corrupción privada, la cometida en el seno de la sociedad? Para ese tipo de corrupción la autora nos ofrece otra definición: "El desvío del criterio que debe orientar la conducta de un tomador de decisiones a cambio de una recompensa o de una persona en relación a sus obligaciones como ciudadano". Si definir la corrupción es complicado, medirla lo es aún más, dado la dificultad por acceder a datos ciertos y confiables sobre su incidencia. Por eso los estudiosos del tema la han investigado creando indicadores que se basan en metodologías alternativas, la mayoría de ellas sustentadas en encuestas de percepción: sobre su extensión y frecuencia, sobre la participación o exposición a ella, y sobre actitudes y valores frente a la corrupción propia o la de de terceros.

En el texto, la Dra. Casar agrega indicadores detallados sobre el lugar que ocupa México ante el flagelo de la corrupción, tanto en la percepción interna, como en el contexto internacional. Aquí sólo les comparto un par de ellos, que son creo yo, los más impactantes. Comenzamos con el aspecto internacional.

¿EN DÓNDE SE UBICA MÉXICO A NIVEL GLOBAL EN MATERIA DE CORRUPCIÓN?

En el mundo, somos percibidos como uno de los países más corruptos, incluso frente a países con los que compartimos historia, ubicación y cultura. Para Transparencia Internacional en su medición de 2014, tenemos que en un rango del 0 al 100, en donde 0 es altamente corrupto y 100 impoluto, México se encuentra en un nivel de 0-10. Los países menos corruptos son como podemos ver, los nórdicos, Canadá, Australia y algunos de Europa central. En Latinoamérica, los mejores librados son Chile y Costa Rica. Malas noticias en este indicador general.


A nivel regional, específicamente dentro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (la OCDE), también con cifras de Transparencia Internacional, ocupamos el lugar 34 de 34 países, o sea, somos de plano el país más corrupto. Dentro del G20 por otra parte, ocupamos un lugar antes del antepenúltimo de la lista, pero sólo un puntito nos separa de las posiciones antepenúltima y penúltima. En el caso del último lugar, la corrupta Rusia de Putin, está se encuentra un poco no mucho peor. En cambio, si México fuera parte de los BRICS, estaría en penúltimo lugar de seis países, sólo superado de nuevo por Rusia, pero por debajo de China y hasta de Brasil. En América Latina, siguiendo con la misma fuente, sólo somos "menos corruptos" que la Venezuela chavista-madurista. Gran halago.

¿Y hacia adentro del país?

MÉXICO VISTO POR LOS PROPIOS MEXICANOS

Los mexicanos consideran (consideramos) en un 52% que nuestro país es más corrupto durante la Administración Peña Nieto, que hace dos años, es decir, empeoró. La corrupción es ya según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el tercer problema más señalado como el que más aqueja a nuestro país (48%), sólo superado como es natural, por la inseguridad (70%) y el desempleo, que casi lo empata (51%). A nivel de instituciones, según el Barómetro Global de Corrupción de Transparencia Internacional, los partidos políticos son las instituciones más corruptas de México según los propios mexicanos (algo con lo que concuerdo), con 91% de menciones, seguidos por la policía (90%), los servidores públicos (87%), y el Poder legislativo (83%).

A nivel de las entidades federativas, conforme a cifras de la Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental, del mismo INEGI, las entidades más corruptas son, en ese orden, el Distrito FederalJalisco y Michoacán. Mientras que los tres estados más transparentes y honestas son también en orden descendente, QuerétaroYucatán y Aguascalientes (me constan personalmente los últimos dos casos).


A nivel privado, según la Encuesta para Mejora Regulatoria, Gobernabilidad y Buen Gobierno en los Principales Municipios de México (2014), los trámites que más corrupción generan en la relación ciudadano-gobernante (por ser los más jugosos para los gobernante corruptos) son entre otros, el otorgamiento de licencias de funcionamiento para negocios (sea para operar o para renovar), el de usos de suelo, y la tramitación de servicios públicos (entre ellos el arreglo de calles y el uso de la vía pública).

Las cifras de corrupción son alarmantes en términos de viabilidad para el desarrollo económico de nuestro país, y de la calidad de vida para los ciudadanos. Según el Banco Mundial y Forbes (2014), cuyas fuentes cita la autora, la corrupción cuesta a México el 9% de su PIB y el 80% de su recaudación de impuestos al año. Representa en términos de sanciones no aplicadas a servidores públicos corruptos cerca de 86 mil millones de pesos en ese mismo período, conforme a cifras de la Auditoría Superior de la Federación. La corrupción es también el más injusto de los impuestos, pues significa en promedio y conforme al Índice Nacional de Corrupción y Buen Gobierno de Transparencia Mexicana (2010) que las familias destinan en promedio el 14% de su ingreso al año, aunque en familias que viven con salario mínimo les significa un escandaloso 33%.

Más adelante, María Amparo Casar, esboza un análisis del contenido de nuestras leyes en materia de corrupción, así como de los principales esfuerzos institucionales que se han puesto en práctica para combatirla, sobre todo a partir de 1982. También analiza la estructura y posibles alcances del Sistema Nacional Anticorrupción, constituido legalmente en 2015.


La corrupción es un problema muy complejo de superar, nos dice Casar, pues alcanza el carácter de norma social: de una creencia compartida de que usar el cargo público para beneficiarse a sí mismo, a los familiares o a los amigos es un comportamiento generalizado, esperado y tolerado, de una conducta individual. Y que aunque para quienes la cometen suponga un beneficio inmediato, a la larga quien sale perjudicado es el país, y con ello, terminan siendo afectados los propios corruptos. Por eso es importante convencer a la gente de que es más rentable para todos combatirla que tolerarla. Enfrentar la corrupción es una tarea nada sencilla, pero como demuestra la experiencia internacional con otros países, sí es posible. Como señala Casar, ahí está el caso de Brasil, que a pesar de continuar teniendo casos graves de corrupción gubernamental, como país avanzó 11 lugares en el ranking de Transparencia Internacional entre 2008 y 2014. En ese mismo periodo México descendió en cambio, 31 peldaños. El caso de Singapur, es el más exitoso a nivel mundial, y hoy coloca a ese país, otrora uno de los más corruptos, en el lugar 7 de 175 países analizados por Transparencia Internacional (recordemos que a menor número, menos corrupto), y por décimo año consecutivo Singapur es también el país menos corrupto, según el Political Economic & Risk Consultancy (PERC).

Concluye María Amparo Casar con propuestas específicas para abatir la corrupción, estigma nacional que tiene tres dimensiones: una personal o individual, una institucional y una cultural. Esas propuestas son enfocadas desde distintos ángulos. En el ángulo económico, propone colocar la lucha contra la corrupción como prioridad en la agenda pública; como una estrategia para lograr el crecimiento económico y la competitividad. Desde el ángulo político, plantea incentivar el mérito del esfuerzo personal por encima del influyentismo. Desde el administrativo, sugiere buscar claridad y predictibilidad en las reglas, así como confianza en la actuación del gobierno. Desde el judicial, considera que debe haber una aplicación de la ley sin distingos. Y desde el ángulo programático, dice que debe considerarse a la corrupción como un objetivo a largo plazo, y no sólo como política de un gobierno.

México; Anatomía de la Corrupción es un estupendo trabajo, que se inserta en el esfuerzo creciente de la sociedad mexicana por abordar el problema que más nos impide ser un país más próspero, pero que también le impide a muchísimas personas el ser ciudadanos honorables y de bien: la corrupción.

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