En estos días estaremos leyendo una gran cantidad de información sobre el lamentable terremoto del 19 de septiembre de 1985, la fecha más triste en la historia de la Ciudad de México. Más triste que cuando la bandera de las barras y las estrellas ondeó sobre Palacio Nacional en 1847, justo en la fiesta del orgullo de nuestra mexicanidad: el 15 de septiembre. Y más triste por supuesto que la Noche Triste de 1520, cuando Hernán Cortés tuvo que salir huyendo de Tenochtitlan, y al ver diezmadas sus tropas por los ejércitos de Cuitláhuac, lloró su derrota.
El terremoto sacudió a México en el aspecto social, terminó de hundirlo por el resto de la década en lo económico, y fue el punto de inflexión para su transformación en lo político. Fue el acontecimiento más importante para nosotros como país en 1985. Hay imágenes relativas al suceso que se grabaron en el inconsciente colectivo, como la mítica narración del desastre que hizo en vivo Jacobo Zabludovsky desde el teléfono de su coche (el celular de la época), o las imágenes del Parque del Seguro Social —el estadio de béisbol—, transformado en anfiteatro (morgue), y por supuesto las recordadas del tenor Plácido Domingo sensible y solidario, efectuando con sus propias manos labores de rescate en el derruido edificio Nuevo León, en Tlatelolco, lugar en donde habían vivido parientes suyos.
¿Qué más ocurría ese año en México y en el mundo? Porque mi generación (niños entonces), recordamos muchas otras cosas. Comenzando con un hecho entrañable, tan necesario de emular hoy en día. En 1985 los mejores cantantes de Estados Unidos, juntos, y bajo la batuta de Michael Jackson y Lionel Richie grabaron un disco que hizo historia: USA for Africa, cuyo sencillo We Are The World, es quizá el acontecimiento internacional del año. Un disco de vinilo creado para que las regalías de sus ventas se destinaran a paliar el sufrimiento de África. Una canción inolvidable, que varios de nosotros cantamos hasta en la escuela.
En una época en que los medios de comunicación eran pocos, nos enterábamos de casi todo por la televisión. Ahí vimos cómo un señor con una curiosa mancha en la cabeza —que luego supimos que era de nacimiento—, Mijail Gorbachov asumió el poder en un país lejano (la U.R.S.S.), en el que se nos decía que los niños sólo tenían un par de zapatos, y que les compraban otros hasta que se les rompieran los anteriores. También vimos en la TV una noche a nuestro presidente Miguel de la Madrid, hablar por teléfono al espacio, para saludar al primer astronauta mexicano, Rodolfo Neri Vela, que viajó en el transbordador Atlantis para poner en órbita el satélite nacional Morelos II, hermano del primero del mismo nombre, lanzado unos meses antes.
Fuimos testigos en 1985 de cómo un jovencito alemán, Boris Becker sorprendió al mundo del tenis, al ganar con sólo 17 años de edad, el prestigiado torneo de Wimbledon. Y recordamos a las señoras de la edad de nuestras mamás alteradas porque el galán de su época de adolescentes, Rock Hudson, anunciaba al mundo ser portador del SIDA, y también aceptaba que su orientación sexual era distinta a la que siempre se creyó.
Hace 30 años, conocimos también a Mario Bros, ese bigotón que de saltar los barriles que le lanzaba Donkey Kong, pasó a ser protagonista del que es considerado el videojuego más famoso de todos los tiempos, cuyo autor, Shigeru Miyamoto, fue galardonado en 2012 con el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, precisamente por su contribución a la paz y a la educación con sus juegos de consola, que son contrarios a la violencia y promueven la educación y la integración entre los pueblos, a través de la diversión. Nosotros lo comenzamos a jugar entonces acompañados de un helado de Danesa 33 (dentro de un casco de futbol americano, como se volvió a poner de moda este año).
Los mexicanos adictos a las hamburguesas, cambiamos ese año a Burger Boy, Tom Boy y Bonanza por Mc Donald's que llegó con autorización presidencial (y como un guiño al GATT), a la Ciudad de México. Su local emblema fue el de Pedregal y poco después el de Plaza Satélite. En el futbol, el América era con mucho, el equipo de la década, con grandes jugadores, como Héctor Miguel Zelada (uno de los mejores porteros que ha tenido el futbol mexicano), Cristóbal Ortega, "el ruso" Brailovsky, Javier "el vasco" Aguirre y "el capitán furia", Alfredo Tena.
En televisión los niños de entonces veíamos lo mismo caricaturas como Belle y Sebastián, Hola Sandybell y He-Man, que nos interesaba también ver buenos videos en inglés presentados por Gloria Calzada, como Take on Me de A-ha. En la noche, veíamos El Auto Increíble y desde luego nos encantaba Voyagers (Viajeros): todos soñábamos con viajar en el tiempo con un aparato así.
¿Y en las películas? Por supuesto la que marcó toda una época y que seguimos viendo tantas veces como sea posible, también tiene que ver con el tiempo. Es Back to The Future (Volver al Futuro), en cuyo honor encabezo esta entrada. Es con mucho, la película más famosa y recordada por los niños y jóvenes en 1985. Imposible no simpatizar con el Doc Emmett Brown y envidiar sus inventos. En México fue estrenada al finalizar el año: qué mejor momento que ese, pasado el terremoto, y con una Copa del Mundo a escasos 6 meses de inauguración (México '86). En Back to The Future aprendimos que sí era posible viajar a otra época, separada de la nuestra por 30 años en el tiempo. No hace falta tanto para que eso sea una realidad. Si viviéramos en 1985, sólo necesitaríamos tener un DeLorean, una barra de plutonio, el flux capacitor y esperar a partir de hoy, un poco más de un mes para lograrlo. ¿O no?
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En 1985 tu y yo cursabamos 5to de primaria en el Instituto Aguascalientes, yo con Nacho, creo era tu primer anho en la ciudad...Saludos mi hermano! Carlos Barraza
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