lunes, 12 de julio de 2021

Los actores no estatales y su creciente influencia en México y el mundo (segunda parte)

lectura 15 minutos

En la primera parte de este ensayo, definí a los llamados actores no estatales, esos otros factores de poder real en lo económico y en lo político a nivel nacional y mundial, sin ser ellos gobierno. Los actores no estatales cada vez definen más el rumbo de las sociedades y de países enteros. Hay 5 categorías de ellos, de los cuales se han analizado ya a las instituciones religiosas; las corporaciones trasnacionales y los magnates; y al cuarto y el quinto poder.

Ahora se aborda enseguida a los restantes 2: las organizaciones no gubernamentales y el crimen organizado. Ellos son el otro poder que le está disputando al Estado y los políticos sus espacios de poder.

Las organizaciones no gubernamentales

La Cruz Roja Internacional surgió ante la gran impresión que a su fundador, Henry Dunant, le causó la Batalla de Solferino, en 1859, que culminó con un campo con miles de heridos dejados sin atender y a su suerte. Al crearse, se estaba dando vida a una de las organizaciones no gubernamentales (ONGs) más influyentes del mundo. La Cruz Roja es uno de los más emblemáticos ejemplos de actores no estatales cuyo prestigio o presencia, trasciende fronteras, credos e ideologías.

Las ONGs llamadas también organizaciones de la sociedad civil (OSC), abarcan una ilimitada gama de actividades, desde las culturales, pasando por las recreativas y hasta las que enarbolan causas o banderas específicas. Entre estas ONGs se incluyen las fundaciones que persiguen fines altruistas, y otras que promueven valores.

Para ser considerada como una ONG, una organización debe de cumplir con 5 características:
  • Perseguir fines de interés público o social. Esto es, que su motivo sea el promover acciones en favor de los intereses de la ciudadanía, incluidos grupos específicos de la sociedad.
  • No perseguir ánimos de lucro.
  • No depender del financiamiento público para subsistir, y estar desvinculada por completo de los poderes públicos.
  • Ser apartidista.
  • Tener capacidad de autogestión, lo que significa que puede cumplir con sus objetivos sin la intervención o apoyo de terceros.
Ejemplos de ONGs son las universidades, surgidas desde el siglo XII en Europa. Las primeras fueron las de Bolonia (1119), la de París (1150), y la de Oxford (1167). En el mundo hispánico lo fue la de Salamanca (1218), que a su vez fue el modelo para la precursora en América, la Real Universidad de México, fundada en 1551 y convertida en Pontificia en 1595. Es el antecedente de la UNAM. En la actualidad (2021) y según el World Universtity Rankings, la mejor universidad del mundo es el Massachusetts Institute of Technology (MIT), seguida de cerca por Harvard. Las universidades generan conocimiento de punta, e influencia en todos los campos del saber. Varios Premios Nobel año con año, salen de sus aulas y centros de investigación.

Otras importantes ONGs en el mundo son, la Fundación Wikimedia, creadores de Wikipedia (conocimiento); La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, creadores de los premios Óscar (entretenimiento); y la FIFA y el Comité Olímpico Internacional (deporte). En la lucha contra la injusticia sobresale Amnistía Internacional; mientras que en la defensa del medio ambiente, lo hace Greenpeace. En cuanto a personas, ahí está la joven Greta Thunberg –una actora no estatal por sí misma–, como activista en favor de la lucha contra la crisis climática.
Se calcula que hay unas 10 millones de ONGs en el mundo. De todos los actores no estatales, son el más poderoso instrumento de la sociedad frente al Estado.

Una última subcategoría de las ONGs que se aborda aquí son los foros y grupos políticos. Estos tienen una situación sui generis, dada la participación ahí de personajes o de instituciones públicas. Vale por eso la pena detenerse un momento a hacer una importante distinción entre las ONGs y las ONGOGs, que son estas últimas las organizaciones no gubernamentales organizadas por el gobierno (GONGOs en inglés). Estas son en la práctica organizaciones gubernamentales con fachada de ONGs para aparentar que son sociedad civil organizada, cuando en realidad se trata de grupos de interés afines al gobierno o desde el gobierno, ya sea para promover sus intereses o para anular a verdaderos grupos opositores. Un ejemplo es el canal de noticias Russia Today (conocido también como RT, RT Noticias o Actualidad RT) que en realidad es un órgano propagandístico del gobierno de Vladimir Putin en Rusia, disfrazado de medio de comunicación. Por esa razón por ejemplo, Twitter le agregó a la cuenta @ActualidadRT el cintillo «Medios afiliados al gobierno, Rusia».

Volviendo a los Foros políticos, estos no son formalmente reuniones desde el Estado, sino que tienen la característica de ser encuentros plurales de carácter multinacional, es decir, no adscritos específicamente a algún país de manera exclusiva. Los foros políticos agrupan lo mismo a personajes privados que a líderes estatales. Por eso son una ONG sui generis, pero se les agrupa como un actor no estatal importante. Es el caso del llamado Foro de São Paulo, el mayor grupo político de la izquierda latinoamericana, promotor de gobiernos estatistas y de corte marxista, así como de la promoción desde y hacia el Estado, de políticas que respalden e impulsen las ideologías de género. El foro fue fundado en 1990 por Fidel Castro y Luis Inacio «Lula» Da Silva. Un derivado de ese foro es el Grupo de Puebla, La Meca de la progresía latinoamericana, en búsqueda de los mismos fines.

En respuesta a ese Foro, surgió en 2020 el Foro de Madrid, como una contrapropuesta frente a los avances del comunismo y en defensa de la libertad, la democracia y el Estado de Derecho. Diversos personajes del mundo, en favor de esa idea, firmaron la Carta de Madrid.
En México, las ONGs surgieron principalmente en los últimos 30 años, aunque el más remoto antecedente es el Nacional Monte de Piedad, de 1775. A partir de la alternancia (2000-2021), con gobiernos democráticos en el poder, las ONG crecieron en México de forma sobresaliente, hasta llegar a un estimado de 38,000 para 2018, al finalizar la administración sexenal anterior.

Dejando a un lado a las ONGs que tienen como propósito las causas altruistas o sociales, en los últimos veinte años han cobrado relevancia en la vida pública las que están relacionadas al análisis de la democracia, la economía, la seguridad y el desempeño del gobierno. Estas han contribuido a informar a la sociedad con bases técnicas (veracidad), y a contrastar tales datos con los que promueven los gobiernos. Entre esas ONG en el ámbito político, está Transparencia Mexicana, filial internacional de Transparencia Internacional (Transparency International). Esta organización, dirigida en 2021 por Eduardo Bohórquez, y que tiene también como cabeza visible a Federico Reyes Heroles, se auto define como una organización de la sociedad civil dedicada al control de la corrupción en México. Bajo un enfoque de derechos humanos. Generan propuestas concretas para reducir riesgos de corrupción y fortalecer las capacidades, tanto del sector público como privado, para atender las causas y efectos de este problema.

Otra ONG en temas políticos que ha cobrado relevancia desde la llegada al poder del presidente López Obrador, es Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad. Esta ONG fue fundada por Claudio X. González en 2015, y en 2021 es dirigida por María Amparo Casar. La ONG ha destapado muchos de los actos de corrupción de la actual administración sexenal, a través de estupendas investigaciones periodísticas. En su página de internet se auto definen como una asociación civil sin fines de lucro, comprometida con la consolidación del Estado de Derecho en México a través una agenda integral dedicada a prevenir, denunciar, sancionar y erradicar la corrupción e impunidad sistémicas que prevalecen en los sistemas público y privado de nuestro país. MxvsCorrupción (como se ha arrobado en redes sociales), goza de apoyos internacionales importantes, como es el gobierno de Estados Unidos, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés). Este hecho, en sí perfectamente legal, y que ha sido autorizado incluso para fines fiscales por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, como la ONG reconoce en su página, dio pie para que el presidente López Obrador atacara al gobierno estadounidense de «injerencista», a lo que la administración del presidente Joe Biden respondió que seguiría apoyando a esa y a otras organizaciones internacionales en la lucha contra la corrupción.

Una ONG mexicana que sobresale en el campo económico es el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), dirigido durante años por Juan Pardinas y que desde 2020 lo es por Valeria Moy, quien antes de ello encabezó otra ONG: México ¿cómo vamos? Tanto esta última como el IMCO son especialistas en información económica, análisis de políticas públicas y perspectivas al respecto. Un tema que entra en choque constante con el presidente López Obrador, dado el desempeño de su gobierno en esas materias.

El papel de las ONGs es primordial en una democracia. Ellas ayudan a exhibir los errores, pero también a corregir el rumbo. Son un contrapeso ciudadano a los excesos del poder. Quizás por eso mismo a los políticos autoritarios no les gusta contar con ONGs, y buscan acotarlas por diversas vías, legales o extra legales. Por ejemplo, cambiando las reglas fiscales para impedirles o limitarles el recibir fondos de actores privados nacionales o de los del extranjero, o bien, para entorpecer la deducibilidad de impuestos respecto de esos fondos. Las ONGs son un objetivo del presidente López Obrador, un hombre que prefiere el modelo anterior a 1990, cuando el Estado (o sea el presidente), era el Gran Dador, o el Gran Benefactor de la sociedad; esa a la que los políticos populistas como él la llaman, y en la cual se auto incluyen: el pueblo.

El crimen organizado

El crimen organizado es el anti-Estado, Es la más grande amenaza para la armonía y convivencia de los ciudadanos, en cualquier parte del mundo. Es por naturaleza, anti sociedad . No se trata de un bando estatal que busca derrotar a otro en una guerra, para arrebatarle la estatalidad, como se vio en varios ejemplos al abordar la cronología que hizo posible el surgimiento del Estado moderno. Ahí se trata de ejércitos, que representan una forma de estatalidad y que se enfrentan a otra, por territorios, poder o recursos económicos. A pesar de la destrucción y del costo en vidas humanas (incluidos civiles), al final el Estado prevalece, y simplemente cambia de características.

Tampoco se trata de un golpe de Estado, en donde las fuerzas armadas de un país (parte de las instituciones del Estado), deponen a la autoridad civil legítimamente constituida, para ahora ser ellos quienes encabecen el gobierno. No es tampoco un bando revolucionario, que con la bandera de la justicia social, le declara la guerra al gobierno, para derrocarlo y una vez triunfantes, los líderes de ese banco se conviertan en gobierno. Mucho menos es una guerra civil, en donde la sociedad lucha entre ella, por hacer prevalecer una visión ideológica (sea religiosa, política o económica), en torno al rumbo y características que debe tener el Estado. No. El crimen organizado es algo mucho peor.

Es la negación del derecho de la sociedad para buscar organizarse de manera armónica, pacífica y para beneficio de toda la colectividad. Es el rechazo al orden jurídico, actuando por fuera del Estado, para atacar al Estado, y buscar suplantar la potestad que le fue otorgada por la propia sociedad, titular única de la soberanía. El crimen organizado, también llamado organización criminal, ha acompañado a las sociedades desde siempre. Se le puede definir como toda organización creada con el propósito expreso de obtener y acumular beneficios económicos a través de su implicación continuada en actividades predominantemente ilícitas y que asegura su supervivencia, funcionamiento y protección mediante el recurso a la violencia y la corrupción o la confusión con empresas legales.

El crimen organizado puede tener dos móviles: la ideología o el dinero. En el primer caso, sus actos son propios del terrorismo, en donde lo que se reivindica es querer imponer mediante actos de terror, una religión, un bagaje de valores, o un sistema social, político y económico. El terrorismo es el actor no estatal más peligroso, en cuanto a que pone a toda la sociedad en su conjunto, como objetivo, Es una actividad tan antigua como la humanidad.

En el último siglo, algunos de los actos terroristas más famosos en el mundo, con repercusión global, fueron en orden cronológico el asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero al trono del Imperio austrohúngaro, el 28 de junio de 1914 en Sarajevo. Fue el pretexto que desencadenó la Primera Guerra Mundial. Por eso este magnicidio sobresale como terrorismo internacional sobre otros magnicidios no menos famosos, pero con repercusión nacional. Ahí están los impactantes casos del zar Nicolás II y su familia, en Ekaterimburgo, en 1918; el del Mahatma Gandhi en 1948; John F. Kennedy en 1963 y el de su hermano Robert en 1968; el de Martin Luther King, también en 1968; el de Anwar al Sadat en 1981; los de Indira y Rajiv Gandhi, en 1984 y 1991, respectivamente; y el de Isaac Rabin, en 1995; así como el de el primer ministro sueco Olof Palme, en 1986.

Otro atentado terrorista de gran impacto en el mundo fue el perpetrado en los Juegos Olímpicos de Múnich, en la entonces República Federal de Alemania. El 05 de septiembre de 1972 un grupo terrorista palestino ingresó a la villa olímpica, con el propósito de secuestrar a atletas de Israel. El acto culminó con el asesinato de 11 atletas israelíes, en un hecho que marcaría a esa justa olímpica.

El tercer caso, es desde luego el más importante acto terrorista en la historia de la humanidad (por lo menos de manera generalmente reconocido hasta esta fecha), que son los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, suceso en el que perecieron oficialmente 2,983 personas. El 9/11, perpetrado por el grupo terrorista Al-Qaeda, se inscribe en lo que Samuel Huntington considerarían como un «choque de civilizaciones», entre el mundo árabe y el Occidente judeocristiano. Las repercusiones de ese acto fueron las invasiones de Estados Unidos a países musulmanes, como Afganistán (2001) e Iraq (2003). A lo cual a la vez, siguieron en represalia por parte del extremismo islámico, los atentados terroristas a la estación ferroviaria de Atocha, en Madrid el 11 de marzo de 2004, conocido como 11M, y el ocurrido a la estación del metro en Londres, el 07 de julio de 2005, conocido como 7/7.

Volviendo a la delincuencia organizada por propósitos económicos, en lo internacional, muchos países han sufrido o bien sufren el embate de los criminales. En algunos el Estado los tiene bajo control, y en otros es menor la contención. De lo que no cabe duda, es que en ninguna de las 20 economías más grandes del mundo, el crimen organizado se ha apoderado del Estado, como en México. Antes de eso, resulta útil considerar algunos ejemplos de crimen organizado en el mundo.

Existen ejemplos internacionales muy notorios de grupos criminales de carácter permanente y por motivos económicos. Quizá las más conocida en la historia, es la mafia italiana (e italo-americana), cuyo origen a mediados del siglo XIX, fue siciliano: es la famosa Cosa Nostra, con diferentes denominaciones regionales, pero cuyos epicentros además de la isla, fueron Nápoles, Calabria y Apulia.

Otros grupos criminales internacionales famosos, además de la cosa nostra italiana e italo-americana, son la yakuza japonesa, que existe desde el siglo XVII, la bratva rusa, a partir de la Rusia postsoviética, y la tríada china, que surgió en el siglo XVII, al igual que la mafia japonesa. Por su puesto a esa lista se agregan los cárteles mexicanos (desde la posguerra), que ya son trasnacionales.

Los grupos criminales internacionales, además de las tradicionales y lucrativas actividades ilegales que cometen, se han adaptado a las oportunidades de esta nueva era tecnológica, y ahora claramente son una amenaza para la seguridad del Estado en temas como la ciberseguridad. Son capaces de hackear instituciones financieras privadas, y vulnerar los sistemas de seguridad e infraestructura básica de un Estado, incluida la sustracción o secuestro de información en sus instituciones públicas, o la manipulación de infraestructura o de servicios básicos. Es un importante reto para la seguridad internacional en el siglo XXI.

México es uno de los países más peligrosos del mundo. El país vive en un estado de inseguridad que no se veía desde la época de la llamada revolución mexicana y el posterior periodo de caudillos triunfantes (1913 y 1933). Fueron veinte años en los que el país padeció de altas tasas de criminalidad derivada de la ausencia de un Estado sólido e institucionalizado. Los años 1913 a 1917 fueron quizás los más difíciles por cuanto a violencia se refiere. Y desde entonces para acá, México no construyó un Estado de derecho, sino más bien una paz pactada.

Sin embargo, la situación por la que atraviesa el país en materia de crimen organizado en 2021 es propia de un Estado fallido, o el de un país en guerra civil. Algo que por la magnitud que significa, no ha vivido México desde la Guerra de los Tres Años (entre 1858 y 1861).

Los grupos criminales son un actor estatal muy peligroso, y para México su peor amenaza. Ríos de tinta y de análisis se han hecho para explicar el fenómeno. Es por este grave tema que han surgido ONG especializadas para contribuir a erradicar la violencia asociada a la delincuencia y los delitos de alto impacto, como como México Unido contra la Delincuencia, Causa en Común, o México SOS, Alto al Secuestro, y Observatorio Nacional Ciudadano, entre muchas otras.

Es verdad que no todos los delitos ni toda la violencia en México son producto del crimen organizado, y que por el contrario, los delitos que más sufren los ciudadanos en el día a día, son cometidos por delincuentes que no necesariamente pertenecen a una poderosa organización. Por eso aquí se hace referencia a las organizaciones criminales, que por su capacidad para hacer daño a ciudadanos, y para secuestrar al Estado, son desafortunadamente el actor no estatal más relevante del país en la actualidad.

Hasta antes de la alternancia en 2000, el crimen organizado estuvo férreamente controlado por el régimen autoritario del PRI. Parece ser que por entonces funcionaba una regla (que seguramente podría explicar a detalle el actual director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, como insigne funcionario de ese régimen), por la cual el gobierno dejaba a los criminales (entonces asociados principalmente al narcotráfico), operar por el país y vender su droga fuera de México, a cambio de cuatro reglas fundamentales: que la droga no se quedara en el país, que no generaran violencia en las calles, que respetaran al Estado, y «que se mocharan» con la autoridad. Fue la pax narca priista.

A partir de los años 80, el sistema se resquebrajó y se terminó por romper en la primera década del siglo XXI, ya con los gobiernos democráticos de la alternancia. Dos hechos ocurridos en Estados Unidos contribuyeron con dureza a que ello ocurriera, además del fin de la complicidad y de la paz impuesta por el anterior régimen. El primero fue el blindaje de las fronteras de Estados Unidos para dificultar la entrada de drogas a su país; mientras que el segundo fue la liberalización de la venta de armas de asalto en 2004 en el país vecino.

En el primer caso, en 1982 el presidente estadounidense Reagan de Estados Unidos lanzó una ofensiva contra la introducción de drogas en Florida, lo que obligo a los entonces dueños del negocio, los cárteles colombianos a negociar con sus contrapartes mexicanas, para buscar introducir las drogas a Estados Unidos a través de México. Ahí se dio el banderazo de salida para el desarrollo de los cárteles mexicanos.

En el segundo caso, la autorización para la venta de armas de asalto por parte del presidente de aquel país, George W. Bush, les dio la capacidad de fuego para retar al Estado mexicano, y para apoderarse del territorio nacional en sangrientas luchas entre los propios cárteles que iban surgiendo. Con ello, además del narcotráfico, lograron incursionar con mayor profundidad en delitos de alto impacto diferentes al narcotráfico, como el secuestro, la extorsión, el robo con violencia, el despojo de propiedades y de actividades productivas, el cobro de derecho de piso, la venta de «protección», o el asalto de aduanas y puertos, entre otros.

El libre acceso a armas de alto poder; el altamente rentable negocio de cometer delitos de alto impacto; y la impunidad, hicieron del crimen organizado una actividad con creciente disputa por territorios entre los cárteles. Es significativo el crecimiento de estos actores no estatales desde 2007.

La delincuencia organizada está desatada en México. Al enorme reto de su crecimiento, diversificación y consolidación, se suma otro hecho aún más grave: desde diciembre de 2018, el Estado mexicano ya no la combate, sino que le permite operar libremente. El mantra «abrazos, no balazos», que el presidente López Obrador convirtió en política de Estado, se ha traducido en una claudicación irresponsable, de la obligación constitucional del Estado por enfrentar a ese poderoso actor no estatal. Las consecuencias la han pagado todos los mexicanos. El país es tierra de nadie, completamente a merced de la delincuencia.
El régimen del presidente López Obrador le entregó al crimen organizado las llaves del país, y esos grupos han llenado de luto y de sufrimiento a México, constituyendo una grave amenaza para el desarrollo económico y político del país. Las cifras que publicó TResearch a marzo de 2021 son elocuentes: el número de homicidios dolosos ocurridos en el primer tercio del actual gobierno, supera ya el total de cada sexenio de los tres presidentes anteriores. Los «abrazos, no balazos» son un rotundo fracaso como política de Estado frente a este actor estatal, que es el peor riesgo para la viabilidad de la nación.


A manera de conclusión:

La globalización y la tercera y cuarta revolución industriales, han transformado a las sociedades en todo el mundo, y con ello, a los actores no estatales que gozan ahora de mayor resonancia que nunca, y están desafiando los tradicionales monopolios y campos de actuación del Estado. Los actores no estatales pueden o no buscar sustituir al Estado. Cuando sus fines son de gestión del bien común, su acción es de complementariedad, pero cuando su interés es ilegal, extractivo o de sustitución, su actuación es de confrontación con el Estado.

México en 2021, tiene un gobierno ambivalente, en el que su gobierno repudia a las organizaciones de la sociedad civil (el mejor actor no estatal), pero al mismo tiempo respalda y deja actuar impunemente al crimen organizado (el peor de ellos). Los actores no estatales son clave para el posible desarrollo político y económico de México. De ellos depende en mucho, el bienestar para la población, pero también su posible postración. Al único actor no estatal que el Estado debe combatir con toda su fuerza es al crimen organizado (y al no organizado). A todos los demás actores no estatales debe de apoyarlos, en un marco democrático de regulación que garantice los derechos y las libertades de los ciudadanos, la justicia y la sana competencia; buscando lograr un desarrollo compartido, sustentado en una economía social de mercado.

El Estado mexicano, y específicamente el régimen que gobierna desde el final de la segunda década y el inicio de la tercera del siglo XXI, se equivoca si piensa gobernar conforme al modelo de Estado autoritario, cerrado y sin actores no estatales libres, como ocurría hasta finales de los años 80. La gobernanza futura, y el cumplimiento de los objetivos de cualquier gobierno en México, dependerá de la relación de los actores no estatales (nacionales y extranjeros) con la sociedad mexicana y con el gobierno.

Nuevos temas a definir en el futuro serán el identificar las características y el impacto de los actores no estatales frente a fenómenos como el activismo digital, el ciberactivismo, el slacktivismo, la ciber diplomacia, la gobernanza en un entorno de inteligencia artificial y de criptomonedas. Y desde luego analizar el gran reto de la gobernanza mundial ya no eminentemente estatal, sino con múltiples partes interesadas.

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Si deseas citar este análisis, lo puedes hacer utilizando el siguiente formato:

Rodríguez A. (12 de julio de 2021): «Los actores no estatales  y su creciente influencia en México y el mundo (segunda parte)», página web de Armando Rodríguez C. (julio 2021). Recuperado de: https://www.armandorodriguezc.com/2021/07/los-actores-no-estatales-y-su-creciente_12.html

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